Durante el
mes de Marzo tuve la fortuna de visitar Andalucía junto con los alumnos de 4º de la ESO, con los profesores Sergio y Antonio, con dos maravillosas guías y con un chofer excepcional.
Sergio, con inmenso esfuerzo, trabajo y dedicación nos había organizado uno de esos viajes que oferta la JCCM, la ruta IX. Visitaríamos Sevilla, Punta Umbría, Doñana, la ruta Colombina, Córdoba etc. Vamos, toda una turné por Andalucía.
Se trataba de uno de esos viajes culturales en los que descubriríamos la majestuosidad de la Giralda. La catedral de Sevilla: la catedral gótica más grande del mundo. El color de los barrios más emblemáticos de Sevilla. La grandeza de la Plaza de España. Los olores de los Reales Alcázares. El Verdi-blanco estadio de fútbol Manuel Ruiz de Lopera. El hospitalario parque de María Luisa. El esplendor de la diversidad del Parque nacional de Doñana. Las hermosas e interminables playas de Punta Umbría. La reina de las marismas: El Rocío. El mayor tesoro de arte arábigo-andaluz: la Mezquita de Córdoba. La intrépida ruta de los lugares colombinos, que tuvieron especial relevancia en los acontecimientos que desembocaron en el primer viaje de Cristóbal Colón.
La Andalucía que imaginaba era muy diferente a la que viví y sobre todo a la que sentí. Más allá de casas blancas, de tesoros históricos, de castañuelas, de cofradías y hermandades, de buganvilla, de arena fina, de "pescaíto", de famoseo, y guitarras existe una tierra repleta de cultura, de naturaleza, de costumbres, de diversidad y de gente con un arte muy especial, y con un acento que se lleva en el alma.
Sí; Andalucía es algo más que el Sur de España y este viaje fue algo más que un viaje cultural. Andalucía es una mezcla de culturas, una combinación de olores, es una suma de pueblos, es una acumulación de sonidos con un acento especial, es un mundo variado con una identidad única. Andalucía es vida, es una tierra que mira al mar y está llena de aromas, sabores y colores, huele a jazmín y tiene un sabor a oliva y uva, huella de la cocina árabe de Al – Andalus.
Sí; mi viaje fue algo más que un viaje. Fue compartir experiencias, vivencias por aquí y por allá. Fue un gozar continuo de la posibilidad de conocer y relacionarme con los compañeros de andanza: profesores, chicos, chicas, monitoras, chofer, personal del albergue y mucha “mucha” gente más. Fue intercambiar risas y también algún que otro llanto durante todo el viaje. Fue vivir y convivir en mayúsculas.
Disfruté de sus maravillosas ingenuidades, de sus especiales sentidos del humor, de sus dulces ilusiones, de sus repetidos enfados, de sus caracteres agri-dulces, de sus chascarrillos embaucadores, de su acento casi idioma, de sus innumerables bromas, de su especial forma de ver y entender las cosas, de sus cautivadoras gracias, de sus inexplicables cabreos, de su trascendente música, de sus complicadas desgracias, de sus cautivadoras sonrisas, de sus enigmáticos problemas, de sus insólitos despertares, de sus gracias, de sus “lo siento”, de sus sufridos acostares, de sus asombrosos antojos, de sus mentiras piadosas…
¡¡Fue una experiencia inolvidable!!. ¡¡Fue algo muy gratificante!!
Quisiera contaros todas y cada una de las experiencias y peripecias ocurridas durante todo el viaje, pero es imposible, fueron muchas y muy intensas, aunque hay una que siempre recordaré: las noches en la máquina del café.
A partir de las 24h, el Albergue de Punta Umbría permanecía cerrado y supervigilado por un peculiar guarda nocturno y numerosas cámaras de seguridad. No se podía transitar y por supuesto no se podía hacer ruido en las zonas comunes. Todo el mundo tenía que estar en sus habitaciones y conciliar el sueño era una necesidad obligada o una obligada necesidad, no se bien. La verdad es que el ambiente era propicio para descansar e irse a la cama: ambiente relajado, cansancio acumulado, sueño atrasado, ausencia de dispensadores de zumos, bebidas gaseosas o similares; vamos, que todo invitaba a conciliar un profundo sueño; pero no fue así, había una maquina de café, nuestra mágica y añorada máquina de café. No se trataba de una simple máquina dispensadora de café con leche, café expréss, capuccino, descafeinado, torrefacto, leche sola, etc, sino que se trataba de una puerta de acceso a la anhelada libertad, a la suspirada juerga y cachondeo y sobre todo al deseo de pasarlo bien para nunca jamás olvidar este viaje. ¡Y así fue! la máquina de café recogió y guardó en su teleobjetivo, como si se tratase de un capítulo más de “Camera café”, todas y cada una de las frases más celebres de la jornada, y que hoy quiero recuperar para vosotros:
Sergio, con inmenso esfuerzo, trabajo y dedicación nos había organizado uno de esos viajes que oferta la JCCM, la ruta IX. Visitaríamos Sevilla, Punta Umbría, Doñana, la ruta Colombina, Córdoba etc. Vamos, toda una turné por Andalucía.
Se trataba de uno de esos viajes culturales en los que descubriríamos la majestuosidad de la Giralda. La catedral de Sevilla: la catedral gótica más grande del mundo. El color de los barrios más emblemáticos de Sevilla. La grandeza de la Plaza de España. Los olores de los Reales Alcázares. El Verdi-blanco estadio de fútbol Manuel Ruiz de Lopera. El hospitalario parque de María Luisa. El esplendor de la diversidad del Parque nacional de Doñana. Las hermosas e interminables playas de Punta Umbría. La reina de las marismas: El Rocío. El mayor tesoro de arte arábigo-andaluz: la Mezquita de Córdoba. La intrépida ruta de los lugares colombinos, que tuvieron especial relevancia en los acontecimientos que desembocaron en el primer viaje de Cristóbal Colón.
La Andalucía que imaginaba era muy diferente a la que viví y sobre todo a la que sentí. Más allá de casas blancas, de tesoros históricos, de castañuelas, de cofradías y hermandades, de buganvilla, de arena fina, de "pescaíto", de famoseo, y guitarras existe una tierra repleta de cultura, de naturaleza, de costumbres, de diversidad y de gente con un arte muy especial, y con un acento que se lleva en el alma.
Sí; Andalucía es algo más que el Sur de España y este viaje fue algo más que un viaje cultural. Andalucía es una mezcla de culturas, una combinación de olores, es una suma de pueblos, es una acumulación de sonidos con un acento especial, es un mundo variado con una identidad única. Andalucía es vida, es una tierra que mira al mar y está llena de aromas, sabores y colores, huele a jazmín y tiene un sabor a oliva y uva, huella de la cocina árabe de Al – Andalus.
Sí; mi viaje fue algo más que un viaje. Fue compartir experiencias, vivencias por aquí y por allá. Fue un gozar continuo de la posibilidad de conocer y relacionarme con los compañeros de andanza: profesores, chicos, chicas, monitoras, chofer, personal del albergue y mucha “mucha” gente más. Fue intercambiar risas y también algún que otro llanto durante todo el viaje. Fue vivir y convivir en mayúsculas.
Disfruté de sus maravillosas ingenuidades, de sus especiales sentidos del humor, de sus dulces ilusiones, de sus repetidos enfados, de sus caracteres agri-dulces, de sus chascarrillos embaucadores, de su acento casi idioma, de sus innumerables bromas, de su especial forma de ver y entender las cosas, de sus cautivadoras gracias, de sus inexplicables cabreos, de su trascendente música, de sus complicadas desgracias, de sus cautivadoras sonrisas, de sus enigmáticos problemas, de sus insólitos despertares, de sus gracias, de sus “lo siento”, de sus sufridos acostares, de sus asombrosos antojos, de sus mentiras piadosas…
¡¡Fue una experiencia inolvidable!!. ¡¡Fue algo muy gratificante!!
Quisiera contaros todas y cada una de las experiencias y peripecias ocurridas durante todo el viaje, pero es imposible, fueron muchas y muy intensas, aunque hay una que siempre recordaré: las noches en la máquina del café.
A partir de las 24h, el Albergue de Punta Umbría permanecía cerrado y supervigilado por un peculiar guarda nocturno y numerosas cámaras de seguridad. No se podía transitar y por supuesto no se podía hacer ruido en las zonas comunes. Todo el mundo tenía que estar en sus habitaciones y conciliar el sueño era una necesidad obligada o una obligada necesidad, no se bien. La verdad es que el ambiente era propicio para descansar e irse a la cama: ambiente relajado, cansancio acumulado, sueño atrasado, ausencia de dispensadores de zumos, bebidas gaseosas o similares; vamos, que todo invitaba a conciliar un profundo sueño; pero no fue así, había una maquina de café, nuestra mágica y añorada máquina de café. No se trataba de una simple máquina dispensadora de café con leche, café expréss, capuccino, descafeinado, torrefacto, leche sola, etc, sino que se trataba de una puerta de acceso a la anhelada libertad, a la suspirada juerga y cachondeo y sobre todo al deseo de pasarlo bien para nunca jamás olvidar este viaje. ¡Y así fue! la máquina de café recogió y guardó en su teleobjetivo, como si se tratase de un capítulo más de “Camera café”, todas y cada una de las frases más celebres de la jornada, y que hoy quiero recuperar para vosotros:
- “Chupa la gamba, chupa la gamba, Mari Puri, chupa la gamba, chúpala…”
- “Se os podéis callar”
- “No soy machista, soy muy muy machista”
-“Sale el sol por la mañana……. Y por la noche sale la luna”
-“Agua vaaaaaaaaaa”
-“Guardar las composturas”
- “Kúbica, Kúbica……”
-“Cuentan la lenguas antiguas…….. Y es por eso que hoy vengo a verte……..Sevilla, Sevilla….”
- “¡Mucho Beti, mucho Beti é…..!"
-“¿Me lo puedes traducir?”
-“A disolverse, cada uno a su habitación”
-“¿Y la Macroeconomía qué tal?.¿Qué opinas del caciquismo?.”
-“¿Puedo ir a por un café?”.”¿Te doy el dinero y me lo traes tú?”
-“Sergio, ¿cuánto queda para llegar?”
-“¿Dónde está la cartera…..?
-“¿Y esto me vas a decir que no es un problema grave?”
-“¿Y aquello de allí son caballos?”
-“Chofer: Frenciso, Franando, Francisco”
-“Queremos una habitación con terracita, como la vuestra.”
-“No puedo mezclar lo personal con lo profesional”
Gracias Sergio, gracias chicos, gracias chicas, gracias a todos por permitirme disfrutar de vosotros y de esa maravillosa y difícil tarea de enseñar a vivir.
Os llevaré en el recuerdo.
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