lunes, 8 de marzo de 2010

Lanzarote es... no sé, mejor ven allí y cuéntame

A pesar de estar muy ocupada, Eva nos regala un poco de su tiempo y dedicación y nos hace una interesantísima propuesta: viajar a Lanzarote y descubrir esa isla volcánica. Gracias por esa pizca de tiempo que nos ofreces y las vivencias que nos acercas.
Lanzarote es una experiencia que dinamita la idea que tienes de la belleza. Nada más aterrizar y toparte con la negrura del paisaje tienes la sensación de que la decisión que tomaste de perderte en una isla volcánica no fue del todo acertada. Es como si hubiese habido un enorme incendio que hubiese arrasado toda posibilidad de color. Poco a poco comienzas a adaptarte y te das cuenta de que el cielo es muy azul, de que las casas son blancas como las sábanas de nuestras madres y que esas montañas que en un principio parecían totalmente negras comienzan a ofrecerte tonos rojizos, ocres, añiles…
Lanzarote es un lugar tranquilo donde la gente conduce despacio. Si te aterra alquilar un coche porque te gusta conducir tu SEAT Ibiza de toda la vida y eso de adaptarte a una nueva forma de cambiar marchas, de frenar, de pisar el embrague te provoca pesadillas, no temas, éste es el lugar indicado para enfrentarte a tus miedos y vencerlos. Puedes ir a ochenta por hora y a todo el mundo le parecerá fantástico, a sesenta incluso. Nadie va a pitarte y reírse de ti y pensar que mujer tenías que ser.
Lanzarote es cálido y no importa que nieve sin parar en la Península, como sucede este invierno, que yo a veces creo que en vez de un calentamiento global estamos yendo a un enfriamiento corporal del que no hay escapatoria. Pues bien, en pleno mes de diciembre puedes bañarte en la isla con bañador o sin él, como prefieras, porque hay playas vírgenes, donde puedes sentirte como imagino se sentían los primeros pobladores de este lugar encantador.
Lanzarote es… no sé, mejor ve allí y cuéntame.

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