sábado, 25 de agosto de 2012

PRESENTACIÓN

El blog de la tía Juana es un blog de reflexiones y relatos sobre viajes. Uno de mis sueños siempre fue el compartir experiencias de cada uno de los viajes que hacemos a lo largo de nuestra vida y el modo en que lo hacemos. Y no solo me refiero a viajes físicos a un determinado lugar geográfico me refiero también a ese viaje por la vida, a ese viaje espiritual. Quizá compartiendo estas experiencias podamos crecer y por fin disfrutar del trayecto del viaje, entendiéndonos mejor y olvidando el destino para disfrutar de la travesía. Espero y confío que el cariño y la ilusión con que arranca el Blog nos ayude a viajar por el mundo y a no desistir del bonito sueño que es vivir. Os deseo un feliz viaje lleno de sorpresas e ilusiones.

El blog y su nombre, es un recuerdo, a uno de los muchos personajes peculiares, que nos ofrece la vida, que me ofreció la vida. La “Tía Juana”, esa “gran señora”, originaria de Quintanar de la Sierra, provincia de Burgos, supo a lo largo de los años, ver la vida con una perspectiva muy peculiar. Su actitud siempre fue positiva, crítica y muy luchadora, sin olvidar disfrutar de todos esos momentos que le regaló la vida. Ella y su espíritu siguen vivos en este blog.

A veces resulta difícil determinar quién y qué influye más en tu personalidad y peculiaridad a lo largo de tu vida. Pienso que el nacer en la sierra de la Demanda, en un pueblo lejano y de nieves, intacto en el tiempo y costumbres tan ancestrales, moldeó una niña fría, dura, resistente y montaraz. Creo que el dónde naces marca mucho tu peculiar forma de ser; yo soy de tierra de pinares, donde surgen pinos rectos, altos y honestos; donde como el rio Arlanza nacen aguas puras, limpias y cristalinas; en un pueblo frio pero cálido y acogedor.

La falta de trabajo provocó que mucha gente emigráramos del pueblo. Mi familia fue una de ellas. Recuerdo como siendo una niña tuve que dejar, mi casa, mi colegio, mis costumbres, mis amigos, mis vecinos, mi leche de vaca recién ordeñada, mi pan de hogaza calentito hecho en horno de leña, mis calles frías, mis pinares, mi nieve y empezar una nueva vida en tierras entonces extrañas. Adaptarse, no es fácil pero tampoco difícil si tienes claro tus objetivos y tu predisposición al trabajo, al anhelo positivo de superación, y a ponerse metas al alcance de nuestras posibilidades; claro nunca hay que renegar de nuestras raíces, más bien enaltecerlas y estar orgulloso de haber nacido en tierras de pinares.

Siempre he creído que al ser la hermana pequeña era la más mimada y protegida, posiblemente así haya sido. Los mimos que uno recibe en la niñez creo que nos convierte con frecuencia en adultos muy empáticos y nos posibilita el ponernos en los zapatos de otros para comprobar sus sensaciones. Esto me posibilitó hacer nuevos amigos, aquí en tierra hostil y extraña. Mi niñez fue divertida, y gracias a la decisión valiente de mis padres por emigrar, menos fría, meno dura y muy alegre.

Uno de los momentos que más sufrimiento me produjo fue la muerte de mi madre; yo entonces aún era muy niña y ella lo era todo para mí: mi educación, mi disciplina, mi diversión, mi entretenimiento, mi defensa, mi vida. Me alimentaba la certeza de que siempre podría contar con un regazo acogedor en las batallas de la vida. Era aún dependencia, yo tan solo era una quinceañera, cuando ella murió. Con su ausencia me quedé profundamente roto en mi necesidad afectiva y tengo que reconocer que, si antes de su muerte nunca había experimentado soledad, después de ello, esa soledad afectiva sí que me ha mordido con una cierta asiduidad.

Sin embargo, la soledad no ha sido la única herencia que me dejó mi madre al morir. La mejor herencia fue las ganas de luchar, de vivir, la esperanza y la fuerza para enfrentarme a lo injusto y a lo irracionalmente establecido. Ella me dejó una manera de vivir.

Afortunadamente esos rotos de soledad fueron remendados por otros seres que se encargaron de zurcir ese descosido tan tempranero y aunque el amor, dedicación, ímpetu y salero de una madre es insustituible, la vida te acompaña de otras personas que pueden hacer muy bien de costureras y pueden remendar la perdida de los numerosos seres queridos que puedes perder a lo largo de una vida.

Muchas veces, sueño con aquellos momentos alegres en ese pueblo escondido entre pinares, en el que disfrutábamos de personajes como la tía Juana, jugando, charlando, disfrutando del medio natural o haciendo nuestra cabaña del árbol que tanto momentos nos proporcionó de recogimiento, libertad, descubrimiento, esparcimiento, intimidad y reflexión en los días cálidos y en las noches oscuras de los veranos cortos de Quintanar.

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